La Violencia Económica es una dimensión del maltrato difícil de identificar y de demostrar, ejercida generalmente sobre las mujeres por sus parejas o exparejas.
A diferencia de la violencia física o psicológica, no deja marcas visibles en el cuerpo, pero impacta de manera profunda en la vida de las mujeres, limitando su autonomía y capacidad de salir de una relación abusiva.
Este tipo de violencia se manifiesta cuando la pareja o expareja ejerce control sobre el dinero, impide que la mujer trabaje, le retira recursos o la obliga a endeudarse.
Su objetivo es claro: mantener la dependencia económica para que la mujer no pueda tomar decisiones sobre su vida.
Suele darse en el ámbito familiar como forma de control mediante el dominio económico, la manipulación para gestionar los gastos o la privación de recursos, lo que induce al aislamiento y la angustia por la insatisfacción de las necesidades personales y/o familiares.
Además, este abuso suele continuar tras la ruptura con el agresor mediante el robo o limitación deliberada de recursos, el impago de la pensión de alimentos de los hijos/as, la dilatación de los procesos judiciales, el acoso y las amenazas para forzar la venta de propiedades…
Aunque ya suele haberse dado durante la relación, también puede continuar o comenzar con la ruptura mediante amenazas, maniobras de ocultación de patrimonio, robos, cierre de cuentas, incumplimientos en los pagos acordados en el Convenio Regulador…
La violencia económica ha sido reconocida como un tipo de violencia sobre la mujer por el Convenio del Consejo de Europa de prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica (Convenio de Estambul, 11 de mayo de 2011, art.3).
También está contemplada en la Ley 13/2007, de 26 de noviembre, de medidas de prevención y protección integral contra la violencia de género, cuyo Art. 3 establece que se considera violencia de género «cualquier acto de violencia que implique o pueda implicar para las mujeres perjuicios o sufrimientos de naturaleza física, psicológica, sexual o económica».
Es fundamental saber identificar los signos de la violencia económica para poder actuar a tiempo. Algunas de las señales más comunes incluyen:
Control total del dinero: Tu pareja administra todos los ingresos y te da acceso limitado a los recursos económicos.
Prohibición o sabotaje laboral: Te impide trabajar, te ridiculiza si quieres hacerlo o crea situaciones para que pierdas tu empleo.
Ocultación de información financiera: No te informa sobre los gastos del hogar ni sobre las deudas familiares.
Endeudamiento forzado: Te obliga a pedir créditos o a asumir responsabilidades económicas que él no comparte.
Retención de bienes: No te permite acceder a tu dinero, tarjetas o propiedades.
Limitación económica tras la ruptura: Impago de la pensión de alimentos de los hijos/as, acoso económico, retraso deliberado de procesos judiciales y manipulación financiera para mantener el control.
Maniobras financieras abusivas: ¿Te roba dinero a ti o a tu familia? ¿Te fuerza a darle acceso a tus cuentas bancarias para hacer transacciones sin pedir tu opinión? ¿Te obliga a entregar tu sueldo y/o a gastarlo a su antojo y anteponiendo sus intereses y deseos? ¿Gasta más de la cuenta con tarjetas de crédito o se niega a pagar los cargos, arruinándote a ti? ¿Te obliga a liquidar, vender o a darle poder sobre todos tus bienes, recursos financieros o cualquier herencia que tengas?
Si te identificas con alguna de estas situaciones, es importante que tomes conciencia de que esto no es normal y que existen recursos para ayudarte a salir de esta situación.
En febrero de 2025, España reforzó su compromiso contra la violencia de género con un nuevo Pacto de Estado, incluyendo medidas específicas para combatir la violencia económica. Este pacto cuenta con:
Reconocimiento legal de la Violencia Económica: Ahora está contemplada dentro del marco legal, lo que facilita la protección de las víctimas.
Asesoramiento jurídico gratuito: Se han reforzado los servicios para orientar a las mujeres sobre sus derechos y opciones legales.
Programas de autonomía económica: Existen iniciativas de capacitación laboral y apoyo para que las mujeres puedan lograr su independencia financiera.
Medidas de protección: Mayor coordinación entre instituciones para prevenir y actuar rápidamente ante casos de violencia económica.
Salir de una situación de violencia económica puede parecer complicado, pero hay estrategias que pueden ayudarte a recuperar tu autonomía:
Reconocer la situación: Aceptar que estás siendo víctima es el primer paso para buscar ayuda.
Busca información y apoyo: Contacta con servicios especializados en violencia de género que puedan asesorarte. En España, puedes llamar al 016, donde recibirás atención gratuita y confidencial.
Abre una cuenta bancaria propia: Si es posible, intenta ahorrar dinero sin que el agresor lo sepa.
Capacítate y empodérate: Existen programas de formación y empleo diseñados para ayudar a mujeres en situación de violencia.
Denuncia si es necesario: Con la nueva legislación, hay más mecanismos para protegerte si decides tomar acciones legales.
Para luchar contra la Violencia Económica, es fundamental la educación en igualdad y la sensibilización social. Necesitamos aprender a identificar relaciones sanas y fomentar la autonomía económica de las mujeres desde la infancia.
Si sospechas que una amiga, hermana o compañera está pasando por una situación de Violencia Económica, ofrécele tu apoyo sin juzgarla. A menudo, las víctimas no son conscientes del abuso o tienen miedo de salir de él.
Podríamos concluir que la libertad financiera es clave para romper el Ciclo de la Violencia. La violencia económica es un obstáculo grave para la autonomía y el bienestar de muchas mujeres.
Sin embargo, hay recursos y estrategias para salir de ella. La información, el apoyo y la acción conjunta de la sociedad son esenciales para prevenir y erradicar este tipo de violencia.
El maltratador intenta controlar a la pareja y someterla adueñándose de su independencia económica, lo que impide su autonomía y merma en gran medida su capacidad de tomar decisiones de forma autónoma.
Tú mereces una vida libre de violencia y con plena autonomía.
No estás sola: hay caminos para recuperar tu independencia y vivir sin miedo.
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