Cuando escuché a Rafa Nadal comunicar en su rueda de prensa que no jugaría Roland Garrós, lo que se me quedó resonando fue una de sus frases: «la salud mental hay que entrenarla«. No podía estar más de acuerdo ni más agradecida.
Es posible que estés pensando: pues claro, cómo no te va a resonar esa frase si eres psicóloga, especialista en coaching además. Si ese es «tu tema». Vale sí, me has pillado. Sesgo del profesional, lo llamamos. Pero es que la salud mental es cosa de todos ¿no? ¿O es que a tí la tuya no te importa?
El caso es que me llevó a pensar en que es cierto que como sociedad, cada vez somos más conscientes del papel principal que juega la salud mental en nuestras vidas. Recordemos que ya en 1946, la OMS promulgaba que «la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social. No es solamente la ausencia de afecciones o enfermedades«.
Afortunadamente, esa consciencia social existe y somos muchos los que intentamos poner nuestro pequeñísimo o enorme granito de arena día a día. Personas como Rafa, en las empresas y organizaciones, en las políticas y leyes, la investigación, educación… ¿Podríamos llamarlo «entrenamiento» ?. Pues yo creo que sí, una especie de entrenamiento cooperativo, compartido, social.
Pero a lo que yo creo que Rafa se refiere es al trabajo personal continuado, a nuestra propia responsabilidad. Y es que tanto la salud en general como la salud mental en particular, se refieren e implican a todos y cada uno de los individuos internamente. Y si no nos implicamos y comprometemos con nosotros mismos, no hay nada que hacer. ¿Tú eres consciente? ¿te comprometes? ¿entrenas?
Nos quejamos amargamente del hostil contexto socioeconómico, del difícil y precario acceso a la salud mental en la sanidad pública, de la insuficiente prevención y promoción en los entornos laborales… Todo muy cierto, el camino es arduo y en él estamos. Pero ¿y tú? Persona, individuo. Porque no es cuestión sólo de otros, de contexto, de lo que pasa fuera.
Los seres humanos estamos tan obsesionados con lo que pasa fuera que no queremos ver lo que nos pasa dentro. El egoísmo, la negatividad, el vacío existencial, la tristeza, la angustia, y todo el sufrimiento que estamos cosechando como humanidad, son indicadores claros de que nos estamos equivocando al priorizar el desarrollo externo antes que apostar por el interno.
Seguro que sabes que España es el país en el que más ansiolíticos, hipnóticos y sedantes se consumen ¡del mundo! (múltiples estudios lo constatan). De lo de las redes sociales e internet, ni hablamos. ¿No será que preferimos anestesiarnos o evadirnos a «entrenar» ?
El «despertar de la consciencia» consiste en darnos cuenta de que, más allá de nuestras circunstancias, siempre tenemos la opción de elegir nuestro pensamiento, actitud y comportamiento. Decisiones que crean y determinan la calidad de lo que sentimos en nuestro interior, y posteriormente, lo que creamos en el exterior.
En mi opinión, nuestra salud mental y bienestar dependen, en primer lugar, de nosotros mismos. De nuestra toma de consciencia y acciones, de nuestro trabajo personal continuado, lo que incluye la búsqueda de la ayuda psicológica profesional que sea necesaria. ¿Y tú qué opinas? ¿A tí qué te resuena?
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