*Artículo – colaboración para «La Voz de tu Comarca». www.lavozdetucomarca.info
*(Publicación gratuita impresa / digital del Camp de Morvedre, Nº 207 del 20/07/2023, Pag. 3).
En realidad no se trata de psicopatologías clínicas como tales sino, en todo caso, de trastornos adaptativos, es decir, de términos más o menos coloquiales relacionados con posibles dificultades de adaptación a determinados cambios, y que pueden afectar negativamente a nuestro estado de ánimo e incrementar nuestros niveles de estrés y ansiedad, perjudicando nuestra salud y bienestar física y mental en general.
La “depresión de la tumbona” es una expresión que fue acuñada por unos psiquiatras austriacos en 2004 para referirse a la ansiedad que presentaban algunos de sus pacientes con dificultades para olvidarse del trabajo en vacaciones y que acababan enfermos, tristes, irritados y con sensación de no haber descansado y/o “desconectado”.
Esto ocurre porque cuando tenemos un exigente y estresante ritmo de trabajo, sin tiempo para la familia ni el ocio, para poder soportarlo necesitamos mantener unos niveles de adrenalina y cortisol excesivamente altos. Cuando entramos en “modo vacaciones”, esos niveles bajan bruscamente y nuestro sistema inmunológico se deprime. Además, no sabemos qué hacer con tanto tiempo libre o cómo atender obligaciones diferentes, lo que hace que podamos desestabilizarnos y enfermar.
El proceso de adaptación inverso es al que debemos enfrentamos al volver a la rutina tras las vacaciones, pudiendo generarnos igualmente una reacción de estrés ante los drásticos cambios y las altas demandas laborales. Es lo que conocemos como “estrés o depresión postvacacional”.
Si bien es cierto que para la mayoría de las personas, este tipo de trastornos adaptativos no suele generar una sintomatología muy intensa o grave y es de duración corta y pasajera, es decir, que nos adaptamos rápido. También es cierto que pueden agravarse y extenderse en el tiempo, derivando en importantes trastornos de estrés, ansiedad o depresión. Así como que indiscutiblemente, las condiciones laborales que tengamos en nuestros puestos de trabajo y empresas son principalmente determinantes.
Además, esta desestabilización o dificultad de adaptación no es exclusiva de los periodos vacacionales laborales largos, también puede darse durante los fines de semana o al retomar rutinas escolares y familiares, etc. ¿Quién quiere volver o enfrentar condiciones a menudo demasiado adversas y lesivas para nuestra salud física y mental? El despliegue de reacciones de supervivencia, defensivas y/o autoprotección, como el estrés, están garantizadas por nuestra propia condición humana.
Por todo ello, este tipo de trastornos adaptativos son considerados en el marco de los Riesgos Laborales y Psicosociales, y por tanto, podemos y debemos (también por obligación legal) abordarlos y atenderlos en nuestras empresas y negocios.
¿Cómo? Incluyendo en los planes estratégicos una promoción del bienestar laboral real, efectiva y sostenible que contemple la reducción del riesgo psicosocial y el cuidado de la salud mental.
¿La clave? Apostar por Psicólogos/as especializados que, desde una sólida fundamentación científica, técnica y profesional, podemos poner al servicio de empresas, negocios y personas, programas, intervenciones, herramientas y metodologías diseñados y adaptados específicamente a las características y necesidades más concretas, con las máximas garantías.